Chilenos de raza – Francisco Mouat

¿Es verdad que un chileno fue dueño de la luna? ¿Existió el Guatón Loyola? ¿Dónde se perdió el Teniente Bello? ¿Por qué Condorito odiaba al Roto Quezada? La deleitosa galería de personajes que presenta este libro, con testimonios de primerísima mano, nos concierne muy directa y entrañablemente, y nos hace sentir parte de un colectivo nacional que podría no tener identidad, pero sí carácter.

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“Nos debatimos frecuentemente entre la memoria y el olvido. La elección es pan de cada día. Decidí revisitar el libro El Teniente Bello y otras pérdidas para convertirlo en Chilenos de raza cuando comprobé que varios de los personajes que figuraban en el primero y que han muerto siguen vivos en mi memoria. Alguna vez había conversado con ellos, había querido saber más de sus vidas. Ahora quise traerlos de nuevo al presente, para ver cómo el tiempo les pasó por encima.

“En este nuevo libro hay chilenos a los que conocí personalmente; y también chilenos de los que supe por oídas, referencias, lecturas e historias de segunda mano. Ambos conforman un mismo volumen. Se trata, en algunos casos, de chilenos que están en boca de medio mundo, pero que casi nadie conoce: el Guatón Loyola, el Teniente Bello, el Roto Quezada, el Capitán Araya, el dueño de la luna, el doble de Charles Bronson.

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Chilenos míticos pero generalmente ignorados. Chilenos a los que nunca o casi nunca les vimos la cara en público. Chilenos que no vivieron para la fotografía y el pantallazo. Chilenos de los que suele no ocuparse el periodismo, demasiado atareado en pulsear las noticias del poder y el espectáculo. Por ejemplo: Sergio Gaete, que fue a pelear en la segunda guerra mundial y volvió lleno de medallas. Carlos León, escritor de pocas palabras que instalado en Valparaíso levantó una enorme obra literaria. Leontina Espinoza, que decía ser la madre más prolífica de Chile y fue expulsada del Libro Guinness por falta de pruebas. Aldo Rojas, escultor de escenas religiosas que aún hoy predica en el desierto. Ernesto Sottolichio, empresario de un teatro de variedades que liquida su mercadería. Mario Osses Quirós, candidato eterno a la Presidencia de la República que sigue empeñado en llegar algún día a La Moneda. Luis Domingo Contreras, El Burro, que hizo reír a carcajadas a los que iban al boxeo en el Teatro Caupolicán o el estadio Chile. Domingo Soto, aquel cura iquiqueño y valiente que vivía con mujer e hijos junto a la parroquia del barrio El Morro.

“Estos son algunos de los chilenos que quieren seguir respirando en las páginas de este libro. Chilenos con los que me crucé en un bar, en una mesa de almuerzo dominguero, en el living de sus casas, en el párrafo de un libro o en alguna tertulia con amigos”.

Francisco Mouat

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